Llegado el momento del diagnóstico definitivo y con la información justa en cada unos de los cerebros que componen mi círculo familiar, se decidió que estábamos juntos para lo bueno y lo malo pero que no nos centraríamos únicamente en la enfermedad y no sería el tema de cada día. En pocas palabras, decidimos "evitar" hablar de ello y nos quedamos con la información justa que todo aquel equipo médico nos metió en la cabeza: vida normal, no morirás de esto, tienes que cuidarte y no llegar al limite de las cosas, no te estreses de más y todo irá bien. Ellos se quedaron con eso, y me hacían una vida más sencilla, me
cuidaban más, me ayudaban con el bebé de casi 5 meses y así iba pasando el tiempo para ellos.
Mis síntomas iban manifestándose conforme el tiempo avanzaba, mientras esperaba la medicación se me pasaba el tiempo muy lento, quería saber más, no me conformaba quedarme con aquello que nos dijeron, empecé a buscar en la red y (como ya he contado en alguna entrada) encontré de todo, cosas malísimas sobre la enfermedad, y terapias milagrosas las cuales la curaban... llegué a foros y conocí personas con las que compartí mis primeras sensaciones, y más tarde llegué a un par de blogs que "me salvaron" de aquella intriga que sentía por todo lo nuevo que se iba avecinando.
Conocí por primera vez a una de las personas a quienes seguía por su blog, me ayudó mucho, me aconsejó ir a la fundación de esclerosis múltiple de Barcelona, y así hice, conocí a la psicóloga y semanas más tarde estaba haciendo un curso de terapia de grupo con personas como yo, que también llevaban "poco" tiempo en este nuevo mundo. Me fue muy bien, aprendí mucho, y me preparó para lo que pudiera venir.
Todo esto lo hice "sola" es decir, todo lo hice mío y solo mío y no lo compartí con nadie de mi entorno. Me tomé muy en serio aquello de que no teníamos que hacer de esto nuestro pan de cada día.
El inicio de la medicación, los días post-avonex que tan mal me lo hacían pasar.. pero siempre tirando hacía delante con fuerza, arrastras, como fuera, yo podía con todo.
Iba sola a las visitas con la neuróloga y seguía sin querer preocupar a nadie, toda preocupación me la estaba comiendo solita, así lo quise yo.
Luego llegó el blog, luego llegó twitter, luego llegasteis cada uno de vosotros.. mi ayuda, mi desahogo, mis confidentes.
Esa es la ayuda que yo he elegido.
Quizá por culpa de eso, de no querer dejarme ayudar por mi círculo, por hacerles ver que puedo con todo, siento esa carga a veces asfixiante.
Ayer la enfermera de la unidad de EM que me lleva me dijo:
No puedes con todo tu sola, al final petarás y entonces la ayuda que necesitarás será doble, yo no tengo EM y tampoco puedo sola con todo, las mujeres tenemos tendencia a cuidar a los demás y nos olvidamos de nosotras, te aconsejo que te cuides, dedícate a ti, tienes que sacar hacía delante a tú hijo, pero sola no puedes. Siempre vienes sola, no quieres preocupar a tus padres ni a tu marido, no puede ser, es normal que cuando vengas aquí acabes llorando, a todos nos pasaría...
Y esto me hace pensar en la imagen que se tiene de mi.
Con esto no os penséis que mi familia no me ayuda, todo lo contrario, sin ellos no podría seguir, es más, a veces les caliento mucho la cabeza con charlas sobre cosas de la enfermedad y tal, pero quizá resto importancia a como me siento por dentro, quizá si pudiera desahogarme más con ellos no tendría esta necesidad de llorar a escondidas. No son ellos, soy yo la que no he querido que sepan más.
Pero cada uno tiene la ayuda que elige.